Molestó con el impregnante olor a esmalte de uñas.
Con el celular en todas sus funciones.
Y descalzándose.
Molestó con el olor a comida y con un insubordinable éxtasis de suspiros sin causa aparente.
Luego, como el viaje en micro sería largo, abrió un libro de ensayos que había comprado y se sumergió, solitaria, en el capítulo "La otredad".
***
Nada es tan rápido como una ventanilla de micro.
Nada es tan rápido como los recuerdos en reversa.
Nada es tan rápido como llegar tarde al que queríamos ser.
***
Si el monte se hiciera pelota verde y las montañas serpientes que la esquivan.
Y del horizonte llegaran cosacos.
Y del cierzo cayera yo conmigo mismo en brazos.
Así, tampoco llegaríamos al vértigo de tu ausencia.
***
Una mentira y el peaje está pago.
Un guiño y el asfalto se hace visible.
Una seña y la noche enciende sus luces a los costados.
Una coima y te ganás el asiento individual.
Es fácil, menos para los que viajamos a ningún lado.
(Publicado en EL SUBSUELO el 19/10/08)
domingo, 19 de octubre de 2008
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