martes, 8 de julio de 2008

Mujik


Has inventado una hermosa bebida. Te has ganado tu mendrugo. Dime ahora cómo has fabricado este brebaje. Juraría que lo has compuesto de sangre de zorro, y así los mujiks se han vuelto traidores como los zorros; luego sangre de lobo, que les hiciera ser crueles como lobos, y por fin, sangre de cerdo, que los ha convertido en cerdos.
-No -dijo el diablillo-. No lo he hecho así. Me he limitado a hacer que cosechara demasiado trigo. En el mismo estaba la sangre de esas bestias; pero esta sangre no podía obrar mientras el trigo le diese apenas lo necesario. Y entonces era cuando no le dolía su último mendrugo y cuando empezó a pensar cómo lo hacía para utilizar el sobrante, entonces le enseñé a beber vodka. Y cuando empezó a destilar, para su gusto el don de Dios en vodka, la sangre del zorro, la del lobo y la del cerdo han salido; y ahora, le bastará que beba vodka para ser al punto como esas bestias.
El diablo jefe felicitó al diablillo, le dio su mendrugo y le hizo ascender un grado.
León Tolstoi.

Los árboles como cadavéricas manos en gesto de pregunta asomando en la estepa nevada.
Los cuervos y su música de cementerio. Hay que crear algo.
¿El hombre es el hombre y su circunstancia?
¿Es un proceso convertir a un campesino pobre en un príncipe chupasangre y corrupto?
¿Hay derretimiento poético de la nieve en la construcción de este hombre? ¿O simplemente queda convertido según le ha pegado el viento, como si fuese un muñeco de nieve expuesto a las inclemencias del azar? ¿Y el zar?
Gogol se encargó de humanizar a los cosacos en Taras Bulba. Y en Almas Muertas (¿la mejor novela del mundo?) el mujik es venerado y santificado en alcohol.
La traducción de mujik (que en realidad debería pronunciarse muyik) es "hombre". Como si ese campesino que se desloma, fuese el único ser capaz de poder llevar esa denominación.
Pero cuando deja de ser semi-siervo y se le da poder sobre la tierra y sus empleados, largas novelas slavas lo vuelven a caricaturizar como corrupto, egoísta, ventajero. El hombre y su circunstancia.
Así las cosas, los mujik se vienen a emparentar con la prostituta de Bola de sebo de Mauppasant. Seres utilizados por la "patria" y que según la ocasión pueden ser elevados a santos y luego descartados y vueltos a descategorizar hasta el punto de la nada.
¿El hombre es el hombre y su circunstancia o solamente es circunstancia?
Quizás los mujik no hayan sido más que un invento literario, para poblar de viento frío y concientizador las novelas que más bucearon por el alma humana.
Quizás sean el triunfo de la leyenda por la leyenda misma. El rostro de los sin rostro y cuya silueta se ilumina o se apaga según los devenires y las conveniencia de la Historia. Una Historia que cada vez más se dibuja sobre nieve, poblada de sombras a medio definir, con susurros sospechosos más que con verdades vociferadas.
Quizás los mujik fueron armados con el primero de esos susurros en alguna helada estepa siberiana.