domingo, 20 de febrero de 2011

Otro viaje por la zona Nacho Vegas



Guillermo Del Zotto
gdelzotto@elpopular.com.ar
Asturiano y de las tierras de la Semana Negra (Gijón). Y una carrera casi terminada en filología. No son datos menores para saber de Nacho Vegas antes de poner alguna de sus canciones. Supo formar parte del grupo Las esferas invisibles, pero con la lectura que se puede hacer hoy de su carrera en solitario se entiende que allí sobraba. Tuvo que pelear con creer él mismo en su voz. Además de intentar imponer una música muy particular, cinematográfica y por momentos de tránsito difícil. Pero todo eso se compensa cuando uno se puede dejar atravesar por las letras. Todo una película en sí misma cada una de ellas.
El 14 de febrero se lanzó oficialmente su quinto disco: “La zona sucia”. Como producto final se podría decir que es un álbum que viene a tratar de emparejar su carrera después del altibajo de “El manifiesto desastre”. Y que busca arrimarse al asombroso e iniciático “Desaparezca aquí”, imposible de igualar más que nada justamente por iniciático.
Nacho Vegas, evidentemente, sigue buscando su licenciatura en desamor. La mayoría de sus historias son de una certeza descomunal a la hora de reflejar efectos, causas y consecuencias del uso de los sentimientos humanos. Pero más allá de las relaciones de pareja, se caracteriza por un humor ácido, negro y al mismo tiempo vital a la hora de ver al mundo. También, como en otros discos, éste trae esa tan especial manera de crear canciones infantiles que se filtran entre las demás pesadillas que conforman el CD. En esta oportunidad se puede apreciar “Lo que comen las brujas”, en el mismo estilo que sus “hermanas” anteriores como “Brujita” o “Adiós miss carrousel”.
Con todos estos ingredientes: ¿cómo escuchar a Nacho Vegas? ¿Dolido, con bajón o con el espíritu en alto? Erróneamente, en algunos comentarios de sus nuevos seguidores se puede leer “más vale que no te agarre bajoneado”. Son opiniones. En realidad es muy probable que con el espíritu en alto, muchas cosas de Nacho Vegas nos pasen de largo. Quizás una recomendación sería escuchar a Nacho Vegas en “estado real”. El mismo explica así la idea de La zona sucia: “realmente no es un único lado, ni es una zona oscura del todo, es un sitio donde viven multitud de paradojas, de contradicciones, luces y sombras, una canción en sí es una paradoja, necesita de una contradicción”.
En este nuevo disco, para los que lo conocen o para quien lo descubre, éstas son algunas de las historias que hay:
“Cuando te canses de mí”: rasguido característico con el fondo de tormenta típico. Algo va a suceder y no se sabe qué. Un buen comienzo de disco. “yo trato de matar el tiempo/y entre tanto lo que el tiempo/intentará es matarme a mí”.
“La gran broma final”: surgido como corte de difusión. Guitarra y acompañamiento de percusión asturiana, una quebradiza voz para la ironía más pura. “Y ahora ya me empiezo a preguntar/cuál de estos chistes es el mejor:/el del día en que te hablé de amor/sabiendo que daban ´Temporal´/o el día de la gran broma final”.
“Incendios”: en esta zona sucia, una de las canciones que van volando al ras del suelo. Con cadencias de sanadora reflexión. “Releí uno a uno sus libros/buscando pistas en ellos/y en cada una de sus páginas/he acabado encontrándote”.
“Reloj sin manecillas”: Una rareza de tiempo, una canción de dos minutos mientras que el promedio de Nacho Vegas es de seis. “Y por una vez seré una luz y una canción,/y seré la esfera de un reloj que no tiene agujas”.
“Taberneros”: Con coros infantiles, la inocencia y el desastre bien mezclados. “Quisiera que me quisieras/y yo no quisiera quererte/pero en vida no suele ocurrir/lo que uno quiere que ocurra/y tu te fuiste detestándome y yo/hoy te quiero más que nunca”.
“Cosas que no hay que contar”: Otra de las canciones que son una búsqueda al sonido y espíritu de discos como “Desaparezca aquí”. “Es muy triste no saber gran cosa/de la propia vida hasta que ya/es muy tarde y no vale la pena/todo esfuerzo por callar/estas cosas que no hay que contar…”.