lunes, 12 de enero de 2009

Caja vacía

Cada cosa que no estás haciendo ahora, entra una dentro de otra, como matrioshkas invisibles. Tu silencio es el alimento de un sonido de otro mundo. Hay hierba hundiéndose con tus pisadas invisibles. El núcleo de la acción es tu no hacer nada para provocarlo o para impedirlo.
Los ruidos en el techo son reales. Las ratas espían al solitario pensante. Y se preguntan hasta cuándo no hará nada para impedir la reproducción de su casta. Hasta lo repugnante se queja de tu inacción.
Pero las palabras con su enredo de marioneta enmarañada, eclipsan los movimientos. No hay núcleo de la acción, no hay cuento.
Minutos más tarde dormís con la sonrisa idiota del que se cree poseedor de una buena idea.

Zapping infinito

No le preocupaba tanto las dimensiones del placer como su duración.
La mayoría de sus amigos festejarían el nuevo año con las flamantes pantallas líquidas que podían ocupar varias paredes de la casa sin disminuir un solo píxel de definición. El, más bien, había invertido en un sistema que le permitía aumentar la cantidad de canales hasta lo inimaginable. De alguna manera había logrado tener la posibilidad de un zapping infinito.
Rodeado de comidas rápidas se dispuso a imprimir con el pulgar el primero de las interminables canales. A poco de viajar en imágenes –y porque el circuito de secuencias es así de misterioso- apareció él, ahora, así, apuntándose con el control remoto.

La cacería del corazón humano

-Déjalos- dijo la zorra a su pequeña hija –Ni te enfurezcas no te entristezcas.- Cazándonos se cazan ellos mismos.

Me compré un hacha

¿Puede estar en el brillo de un hacha nueva la resolución de convertirnos en asesinos?
¿Puede más ese fulgor que el porqué de una posible víctima? ¿Puede más que cualquier desengaño?
Se eleva como un cáliz la amarilla luz de un filo sin usar. Mi frente lo espera, para redención del asesinato que ocurrirá una millonésima de segundo antes.

(Publicado en EL SUBSUELO el 11/01/09)