lunes, 10 de octubre de 2011

Sin alas de cera



Si el universo no es un laberinto, estamos perdidos. Jorge Luis Borges.

Guillermo Del Zotto
gdelzotto@elpopular.com.ar
Se advirtieron. Estaban en esquinas enfrentadas. Con ademanes, se dieron muestras de una necesidad de encuentro. Los autos no dejaban de pasar, veloces. Las manos de los dos volaban para decirse: “esperá”, “dejá, yo voy para allá”, “Bueno, bueno”.
En medio de la rotonda reinaba una horrible escultura que, según un mito urbano, se alimentaba de carne humana.
Ariadna entonces desenfundó el celular. “No tengo el mío”, ademanizó Teseo desde el otro lado. Ariadna guardó entonces el teléfono inútil y un camión le borró la cara ante la visión de Teseo.
Ariadna se quitó las sandalias, para ponerse en puntas de pie. Teseo subió y bajó del cordón varias veces como si estuviera haciendo step.
Con la noche, las luces y los bocinazos fueron una combinación atroz. A Ariadna se le ocurrió embanderar su encendedor para ser visualizada. Teseo sonreía. Más controlado, optó por hacer como que empujaba el aire con las manos: “esperá, esperá”.
La primera semana sobrevivieron con las compras que habían hecho aquella primera tarde en el supermercado. Incluso alcanzaron a enviarse mutuamente latas de conservas y de gaseosas por encima de los coches, a esta altura ya un mar bravío, incontrolable.
Teseo, mientras seguía intentando comunicarse, pensó en varias soluciones. Algunas incluían complicados arneses y piruetas por el aire. Ariadna prefirió la paciencia.
Al comenzar el segundo lunes, el tránsito volvió a ser una embestida más desilusionadora aún. Teseo se apoyó contra la pared de la ochava, con evidentes síntomas de mala respiración. Sus cuarenta y cinco y el cigarrillo convocaron a un ineludible paro cardíaco. Los brazos de Ariadna eran aspas de molino mientras veía a la ambulancia retirar a Teseo. Iba a cruzar -a pesar del peligro- el infernal asfalto en dirección a otra de las esquinas, cuando enfrente advirtió la cara de pregunta de Pasífae. Y comenzó así un nuevo diálogo infinito de señas.