miércoles, 12 de enero de 2011

Los dos Hernández de Serrat




Guillermo Del Zotto
gdelzotto@elpopular.com.ar
Hace poco, un periodista “serio” de nuestro país le preguntó a Serrat si seguía componiendo. Y lo hizo con la misma convicción de ese público que lo congeló en “Penélope”. La respuesta, surgida de un caballero, fue lo más suave posible: nunca dejé de componer. Joan Manuel Serrat, además de divertirse con Sabina, ha seguido editando CDs cada dos o tres años. Algunos memorables como “Sombras de la China”, otros con más o menos prensa. Pero en definitiva el asombro en la respuesta proviene de ver cómo el otro construye la figura de alguien a partir de las superficies. “Como voy a creer en el opinión pública si soy periodista…” contesta magistralmente el personaje de la novela “Sostiene Pereira”. Algo similar produjo la imagen de luto de algunos canales ante la reciente muerte de María Elena Walsh cuyo directores, guionistas, etc. no parecen haber crecido escuchando sus canciones.
Para cerrar el 2010, Serrat pasó por el Gran Rex con un recital a la medida de los nostálgicos pero también presentando las nuevas canciones con poemas de Miguel Hernández. Un trabajo discográfico surgido en el año del Centenario del poeta y que costó mucho concretar por el lado de los derechos que debían ceder sus herederos. El mismo cantante explica, en el DVD que trae la edición original, que lo más significativo es la diferencia de contexto. Aquellas canciones del setenta con todo el sabor de la barricada y el de ahora surgido de la nostalgia que además le permitió basarse más en lo estético que en lo político.
Más allá de los contextos, quien escucha este nuevo Hernández por Serrat, tiene la gran dificultad competitiva de joyas como “Nanas de la cebolla”, “Elegía” o “Menos tu vientre”. Perfecciones poéticas a las que se suma el tono de pájaro herido de un joven y desbordante Serrat. De todas maneras “Hijo de la luz y de la sombra” es un CD que se deja ir escuchando. Gracias a la selección de temas podemos ir descubriendo facetas de Hernández algo curiosas como “El mundo de los demás”, surgida en un respiro de trinchera y que tiene unos primeros versos que coinciden conceptualmente con el comienzo de esta nota: “El mundo es como aparece/ante mis cinco sentidos,/y ante los tuyos que son/las orillas de los míos”.
Y los climas son cambiantes salvo en creaciones contundentes como “El hambre”, “Las abarcas desiertas” y “Solo quien ama vuela”. Hablando siempre de ese difícil matrimonio feliz entre letra y música.
Dejamos para lo último el tema que cierra el CD, que también le da nombre al trabajo discográfico y que se utilizó para el video de promoción. Un poema ahora canción que por sí sólo vale todo el trabajo. Así como podríamos exagerar que la vida poética de Hernández se justifica en un solo verso: “Menos tu vientre, todo es confuso”.
Acerca del poema que cierra el CD, el mismo Hernández supo dejar en claro que quería dejar todo su potencial en esas líneas dedicadas a la eterna Josefina Manresa. Aquella mujer a la que Serrat le acercó el primer trabajo de 1972 y como le contestó que no tenía dónde escucharlo, bajó a la calle para comprarle un tocadiscos.
El amor a Josefina y a sus hijos, surgido de hilos de sangre entre cárcel y cárcel, le dio a los textos de Hernández una impronta tan poderosa que hoy siguen siendo una marca al rojo vivo. La voz de Serrat se pone seria en ese sentido. Y así se derrama para entonar: “Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje/su avaricioso anhelo de imán y poderío./Un astral sentimiento febril me sobrecoge,/incendia mi osamenta con un escalofrío (…) Eres la noche, esposa/ yo soy el mediodía. (…) Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,/seguiremos besándonos en el hijo profundo./Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,/se besan los primeros pobladores del mundo”.
Hablar de la vida del poeta más sentido que parió España es para otra larga nota. Pero Serrat, en las presentaciones oficiales, ha dicho en su país: “Miguel Hernández ha tenido tan mala suerte que hasta el año de su centenario le pilló la crisis. Tuvo mala suerte hasta 100 años después”.