martes, 27 de marzo de 2012

Entrevista


Guillermo Del Zotto
gdelzotto@elpopular.com.ar

-La única democracia que conozco es la lluvia.
-Bueno, pero díganos algo más para que lo conozcamos mejor.
-No creo que sirva. Igual inutilidad doy a los diccionarios.
-¿Por?
-Porque cada uno tenemos una idea propia de cada palabra que se emite. Entonces el empeño de querer agruparlas en significados y encima pretender que eso haga blanco en concordancias humanas me parece descabellado.
-Sin embargo ahora usted está usando esa combinación de símbolos para decir algo.
-Sí. Pero no me importa.
-Un verdadero nihilista…
-Eso es tan antiguo que ni siquiera sé qué significa.
-Le pediría que elaboremos algo que pueda ser tenido en cuenta por algún editor o medio escrito de comunicación…
-Bueno, si le interesa. Lo primero que recuerdo es que ella hizo señales de luces de angustia con sus ojos. Para seguir con la historia habría que volver a reunir los objetos congregados aquella vez. Pero tengo miedo que se junten para torturarnos con una parodia infernal. Quizás la esquina se las arregle para transformarse en laberinto. Seguramente la paloma de aquella ventana no quiera declarar o lo haga a favor del temporal y no de nosotros.
-Es importante establecer el orden real de los hechos…
-¿Le parece? Yo no sé ni siquiera si estoy agrupado molecularmente en este momento. ¿Usted cómo me ve?
-Continúe por favor.
-Ahora me confunde. Esto pasó a ser un interrogatorio. El caso es que luego de ese encuentro que ni los objetos querrán testimoniar, fuimos caballitos épicos. Hipocampos a veces. A veces de madera en una desvencijada calesita.
-Alguna descripción de un hecho concreto por favor.
-Usted me decepciona una vez más, como diría un amigo mío. Tampoco creo en los diccionarios de gestos.
-Al menos díganos cómo se le ocurrió hacer lo que hizo.
-Otro error. Hace mucho tiempo que cuando me levanto el mundo ya está ocurrido. Pero si quiere le digo como fue que no la pude ver más.
-Por favor…
-Ella hacía muy bien de estatua viviente. Tan bien que nadie se detenía a verla. Entonces prefirió dejar de respirar antes de revelar el éxito de su fracaso.
-Bueno, eso ya es algo. Un final trágico.
-Mire, nómbrelo como quiera, ya a esta altura usted dice cada cosa extravagante que no lo puedo seguir.
-Como sea, tendríamos que buscar una imagen que represente la historia.
-El hombre de la bolsa. Adentro de la bolsa estamos nosotros dos.

No hay comentarios: