miércoles, 16 de enero de 2008

Puntualidad

Como si fuera útil ¿para quién? el ejemplo o necesaria ¿para qué? la advertencia. Olga Orozco.

Pasos:
decirlos
pero no darlos.
Malaventurados los insomnes
todo destino huele a emboscada
y la constancia es un delito.
Son de humo todas las señales a los bordes de la rutas del éxito.
Nada puede decir algo si no tuvo antes el examen del silencio.
El ejercicio de tu corazón necesita conocer el sentido trágico, como un bosque reclama el encantamiento.
En tus perchas vacías de contradicciones están desovando las peores larvas.
Una lluvia de seguridades agujerea con sus estalactitas el último refugio. Ese que sólo conocerías con el último lengüetazo de la necesidad.
Estás adiestrando perros que se comen por la cola, comenzando por la mano que los somete.
Llamás guarida al cielo abierto por donde caerá el vómito de dios.
Ensayaste tres tipos de marchas nupciales para una ceremonia de uno solo, en la que no habrá ni siquiera alguien para corregir la hendija en la tapa.
Ojalá desde ese ojo de luz puedas leerme tardíamente. Con las uñas inserviblemente crecidas para dibujar la última señal en la madera. Y que nadie verá, salvo el más fiel de los adiestrados perros, que no saben leer.
Nocturno
caen sobre la mesa de luz lágrimas desde ningún lugar.
Una injusta medida pide que hagamos silencio como quien hace la cama.
No hay nadie más.
Y nos levantamos a la misma hora.
(Publicado en julio de 2007 en El Subsuelo)

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